domingo, 4 de mayo de 2014

CUENTA ATRÁS PARA EL RECITAL DE RUBÉN ROMERO SÁNCHEZ EN NdelT





















Os recordamos que este miércoles que viene, día 7 de mayo, tendremos un nuevo recital dentro de nuestro ciclo de lecturas poéticas.
Esta vez le toca el turno a Rubén Romero Sánchez (Madrid, 1978), licenciado en Humanidades (2000) en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (2002) y ha realizado cursos de Doctorado en Literatura Española. Ha publicado los poemarios La Luna lleva tu nombre tatuado (2001), Lo que importa (plaquette, 2002), El mal hombre (2012) y Cuando los dioses no existían (plaquette, 2013), y ha sido recogido en diversas antologías de poesía y narrativa, como Vigilia Poética, del Centro de Poesía José Hierro (2003), Breviario de Relatos (2006), Antología del beso (2009), Ida y vuelta (2011), Voces del extremo (2013) o Antología de poesía Netwriters (2014). Ha participado asímismo en el libro colectivo Vivir el cine: 120 películas que no podrás olvidar (2013), ha dirigido la sección de cine de la web cultural Culturamas, y ha sido presentador de las tertulias de cine de Periodista Digital TV. Escribe, además, en diversos periódicos y revistas sobre literatura, cine y ópera.
Ha presentado numerosos actos culturales e impartido conferencias en la Academia de Cine, el Ateneo de Madrid, la Asociación de Escritores Españoles y diversas universidades. Forma parte del proyecto editorial Ártese quien pueda Ediciones. Su obra ha sido traducida al árabe, ruso y portugués..

Aquí os dejamos algunos poemas suyos:


Poética

la razón por la que escribo
es para dejar constancia
de que el santo y el loco son la misma persona
de que ambos calzan mis zapatos
de que ambos me observan




1
Qué nos queda aparte de un autobús semivacío
y una marquesina que nunca volveremos a pisar.

Deja que te encierren, susurraba mi madre,
así al menos dejarás de hacerte daño.

El mar besó mi cintura y me dijo que todo lo que pensaba
era imposible y que yo ya debería estar muerto.

La cárcel o el manicomio al fin y al cabo no son sitios tan malos,
siempre es peor estar pidiendo disculpas.

Y caminaba a su lado y trataba de aprender su perfume,
porque sabía que tarde o temprano habría de buscarlo.

No, no voy a dejar que me encierren,
no creo que los barrotes se conviertan en palomas.




2
a la mierda los sonetos, el mar, la belleza,
a la mierda Petrarca, los maizales de Hopper,
la lánguida calada de Oscar Wilde.
a la mierda la sonrisa de un niño,
mi estéril fiesta de cumpleaños,
Shakespeare, Dante, los juegos infantiles.
a la mierda con los náufragos,
que no hallen costas de mil palmeras,
a la mierda con la rosa intacta y pura y dura,
a la mierda mi infancia, las canciones,
el trágico destino de mi boca.
a la mierda los puentes levantados,
a la mierda el púlpito, el verso endecasílabo,
a la mierda la insípida nostalgia,
el cáliz sagrado de la podredumbre,
a la mierda los falsos profetas,
y también los verdaderos,
a la mierda Walt Whitman,
que se joda con su barba argentina
y sus buenas intenciones.
a la mierda Catulo, Lesbia y sus cien besos,
a la mierda con Camus, con Lear,
con el ritmo vendido.
a la mierda las manos llenas,
los hospitales en mayo,
la Luna en septiembre,
los labios que no di.
a la puta mierda mi poesía,
la Poesía con mayúscula,
efímera blasfemia impotente,
sudario que mi voz amortaja.
a la mierda el dios renqueante de mis versos,
a la mierda el dios que nos perdona,
el santo manicomio que me vela,
haberlo intentado y haber fracasado.
a la mierda la tristeza, el dolor y sus caprichos,
mi costado de mártir, las manos que toqué,
a la mierda los ilusos, los desheredados,
los pobres de espíritu,
a la mierda la esperanza.
a la mierda Sócrates el ético,
a la mierda lo que amé,
a la mierda aquello que demente perseguí,
lo que huyó de mi cama, lo que lamento.
a la mierda el olvido,
a la mierda las palabras que no bastan,
a la mierda yo al fin y en conclusión.
a la mierda lo que nunca dije,
ya es demasiado tarde.
y a la mierda y termino el amor,
que me ha hecho lo que soy.




3
desperté para encontrarla o para
deplorar su ausencia para siempre
.”
(John Milton, El Paraíso Perdido, VIII)



te diré que sólo soy un hombre,
que le quemo a la aurora los dedos cada día,
te diré que encierro tu boca en cada plancha,
en cada tuerca esquiva, en cada hierro furtivo.
tu vientre donante de dos rosas erguidas
susurra mi nombre mintiendo a la Luna,
y tu nombre acechando en mi baraja
mis promesas se juega a los chinos.
te diré que sólo dios sabe cuánto te quiero,
que le como la oreja a la penumbra
para que ahueque el ala
y nos deje dos noches seguidas
como un Zeus descalzo.
te diré, te diré y te cantaré
los secretos de todos los amores
que aún no han sido traicionados,
la herida del dios de los humildes,
las gestas del héroe sin bolsillos.
te diré que sólo soy un hombre,
un hijo adoptivo de Adán,
el último a quien buscan en el cielo,
alguien que atrapa dragones
si su princesa quiere encenderse un cigarro

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